Comió el corazón que le trajeron, tal y como ordenaba la tradición, pero esa noche no pudo dormir. Inquieta, ordenó llamar al cazador, que le aseguró que el corazón era de la princesa, y como prueba le mostró también su cabeza. La reina sonrió, apaciguada.
Odiaba la carne de ciervo.
Categoría: Espido Freire
3.352 – Las voces
En esta curva me maté yo, dijo la voz, y el conductor se volvió, perdió el control y el coche se estrelló en llamas y muerte. Las voces aplaudieron, y pese a lo conocido de la táctica admitieron de buen grado a la voz jovencita entre ellas.
Espido Freire
Antología del microrelato español (1906-2011). Ed. Catedra.2012
3.087 – El agua, 7
El ahogado apareció días más tarde, hinchado, azulado, tumefacto. Su madre lloró por él, le dio un buen tirón de orejas, le mandó a la cama sin cenar y le riñó severamente por escaparse de casa sin avisar y meterse en peleas.
Espido Freire
Antología del microrelato español (1906-2011). Ed. Catedra.2012
2.195 – 8
Era muy hermosa, pero sólo le interesaban las flores. Harta de rechazar admiradores, se casó. Enviudó joven, y volvió a casarse. Cuando envejeció, casada por cuarta vez, descubrió unas arrugas y que ya no le acosaban los hombres. Entonces dejó de matarlos. El guano, al fin y al cabo, resultaba mejor abono.
Espido Freire
Cuentos malvados. Paginas de espuma. 2010
2.174 – 9
Cuando, tras haberle esperado durante años, él regresó con una esposa más joven ella no perdió la calma. Se hizo su amiga, apadrinó a sus hijos, y le buscó un amante apuesto. En un rapto de celos, él asesinó al amante de su mujer, y acabó en la cárcel. Ella le hizo sus únicas visitas, con un brillo curioso en sus ojos y una cestita con la merienda.
Espido Freire
Cuentos malvados. Paginas de espuma. 2010
2.070 – De pronto…
De pronto se giró porque creía escuchar pasos tras él. La calle solitaria aparecía desierta. De nuevo se volvió; nadie. Sintió miedo. Apretó el paso. Entonces le golpearon en la cabeza, cayó al suelo, y antes de morir vio cómo el humano al que debía custodiar le arrancaba las alas estremecidas.
Espido Freire
Cuentos malvados. Paginas de espuma. 2010
2.059 – El cantante…
El cantante de los ojos divinos llegó a la ciudad. Ella le siguió. Acudió al concierto. Logró arrojarle una carta que él, por casualidad, leyó. Concertó una cita; charlaron, pasaron la noche en un hotel. Se despidieron con pena. Le dedicó una canción. Ella estaba casada. Nunca pudo contárselo a nadie.
Espido Freire
Cuentos malvados. Paginas de espuma. 2010
2.034 – Apareció…
Apareció súbitamente, caído de la nada, en medio del camino. Los habitantes de la zona se lo llevaron a casa, creyendo, al ver sus alas, que era un mensajero celestial. A partir de entonces, cada noche, una doncella fue encontrada muerta con dos cicatrices bermejas en su cuello.
Espido Freire
Cuentos malvados. Paginas de espuma. 2010
2.006 – A la mañana…
A la mañana siguiente del naufragio los niños bucearon en busca de tesoros, curioseando por las ventanas de los camarotes. Vieron cofres cerrados, marineros muertos atrapados bajo el agua; vieron una enorme cola de pez en la mesa de la cocina, y, colgado de un gancho, un torso descuartizado de mujer.
Espido Freire
Cuentos malvados. Paginas de espuma. 2010
1.992 – Sin que le temblara…
Sin que le temblara la mano le tendió el correo. Su mujer dejó caer la carta y ahogó un sollozo. Durante toda la tarde lloró por su madre muerta. Cuando logró que se acostara para descansar un poco, él abrió el cajón y, con una sonrisa, se probó la corbata de luto que guardaba desde hacía tanto tiempo.