Mira un burro volando: miro, pero no veo nada.
Te vas a manchar con el helado: miro y una gota ha saltado sobre mi camisa.
Se va a caer el vaso: miro y mi hermano ha dado un manotazo que ha roto en mil añicos el último vaso de nuestra herencia.
Como sigas así vas a suspender: sigo así y suspendo. Todas las observaciones de mi madre se cumplen como las de un oráculo. ¿Por qué no la primera? ¿No será que mis ojos no llegaron a tiempo para ver el equino que, con las alas recién crecidas, surcaba el aire con ansias de libertad?
Categoría: Federico Fuertes Guzmán
1.870 – rayuela.com
¿Encontraría a la e-Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo desde Google, a la página de contactos, y apenas si las luces ceniza y olivo del banner que flota sobre la pantalla me dejaban distinguir las formas, ya su silueta delgada aparecía en el interior de la webcam, a veces andando de un lado para otro, a veces detenida, sentada en uno de sus confortables sillones. Y era tan natural sentarme en el escritorio, esperar a que se despertara y acercarme a la e-Maga, que sonreía sin sorpresa, convencida de que un encuentro entre internautas era lo menos casual de nuestras vidas y que la gente que se da citas precisas a través del Messenger es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes.E.D.A.libros.2008
1.695 – El puro
Me gusta ver fumar a mi abuelo Prudencio. Después de comer saca un grueso puro y le da vueltas en la boca mientras la llama del mechero va quemándole la punta. Mis hermanos y mi abuela se marchan haciendo aspavientos, como si quisieran espantar el humo. Pero el humo no se asusta fácilmente. Con el cigarro bien encendido, mi abuelo es capaz de hacer rosquillas blancas que viajan hasta el techo. Otras chocan contra la mesa y se abren como ruedas de masa frita. Si mi abuelo no tiene que trabajar nos quedamos toda la tarde allí sentados. Después de las rosquillas hace pequeños animalillos con el humo, cabras y cosas así. Los animales van de un lado para otro del salón y mi abuelo me deja que les de silbidos y los guíe hasta los mejores pastos.
Ellos protestan pero, en el fondo, son dóciles.
Cuando el resto de la familia se ha cansado de jugar al bingo vuelven al salón y preguntan a mi abuelo si quiere tomar café. El sonríe y tose un poco. Sí, quiere café con un chorro de leche condensada. Los animalillos tienen el tiempo justo de esconderse por las esquinas y esperar a que volvamos a estar solos mi abuelo y yo.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008
1.483 – Zenón y el tren
Zenón. Las paradojas. La flecha que nunca llega a su destino, el corredor que jamás alcanzará la meta. Buenas teorías. Pero escuche mi problema y actúe. Mi novia es Celinda. Mi amante, Belinda. Los hermanos de la Celi tomando una cinta adhesiva, colocándola en mi boca, pasándome unas cuerdas alrededor del cuerpo, introduciéndome en el fondo del maletero de un coche negro. Vamos por caminos sin asfalto hasta llegar a un paso a nivel sin barrera. Me depositan atravesado en la vía: mi cuello en un rail, mis piernas en el otro. Se van. Llega el tren. Es una luz allá lejos, querido amigo Zenón, una luz que se acerca y silba. Y sus paradojas ahí, sin hacer nada, plantadas como pasmarotes con sus inútiles trajes teóricos.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008
1.476 – Numérico
Dan las 17 horas en el reloj y corro hacia casa a 14 kilómetros por hora. Llego al portal, subo los 5 tramos de 11 escalones y abro las 4 cerraduras de la puerta. 36 losetas rojas y 2 habitaciones separan el vestíbulo de la cocina, iluminada con una bombilla de 220 voltios. Mi mujer está inclinada con la cara apoyada en la encimera mientras un señor, de pie y pegado a su trasero, le introduce en el cuerpo un apéndice de unos 25 centímetros. Ella dice que quiere + y + y que siga así hasta el 8.
Mi corazón palpita a 120 pulsaciones por minuto, pero sé lo que tengo que hacer. Saco mi pistola y divido las 6 balas del cargador entre las 2 cabezas. 3 para cada una.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008
1.432 – El destino y yo
Mi vida se desarrollaba a treinta pasos por minuto. A esta velocidad no conseguía demasiadas cosas: llegaba a los bares dos segundos después de que una pareja ocupara la última mesa libre, veía a un señor que pagaba en caja el último abrigo de color negro que quedaba de mi talla y me conformaba con oler el croissant que una respetable dama compraba en la pastelería antes de que retirasen la bandeja hasta la siguiente hornada.
Desde que entró la primavera aceleré mi velocidad hasta cuarenta pasos por minuto. Llego siempre a tiempo y son otros los que quedan frustrados pero no puedo dejar de mirar atrás pensando en los zarpazos o las caricias que mi destino, el de un hombre de treinta pasos por minuto, me tenía reservados. La distancia se agranda día a día y voy perdiendo su rastro a una velocidad de diez pasos por minuto.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008
1.420 – Tila
Mojo mi magdalena en la tila una y otra vez. Los recuerdos de mi infancia aparecen con claridad. Soy el mejor del equipo del colegio, del instituto, de la universidad. Varias veces elegido mejor jugador. Llega por fin el gran contrato, el gran equipo, los titulares y las damas de compañía. Llega la selección nacional y los himnos. Llegan partidos intensos, llega la final del campeonato del mundo, llega el último segundo, el empate, el penalti que nos hará reyes o villanos…
Aquí termina el efecto de la tila. Por más que mojo y remojo nuevas magdalenas no consigo recordar si soy el lanzador que anota el tanto definitivo o el portero que detiene el balón.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008
1.369 – Carnaval
El hombre disfrazado de regicida se acercó, sacó su pistola de plástico y dio un tiro al hombre disfrazado de rey. Los disfrazados de populacho aplaudieron pero los policías disfrazados abortaron cualquier intento de sublevación. Llevaron al hombre disfrazado de regicida a un inmenso decorado que representaba la corte suprema donde un grupo de hombres disfrazados con trajes militares (con sus galones y todo) lo encontraron culpable. La condena a muerte se ejecutaría de manera inmediata. El disfraz del pelotón era impecable, así como el del capitán que, sable en mano, dijo las tres conocidas palabras: preparados, apunten, fuego, esta última con algo más de ímpetu, si cabe. El regicida cayó al suelo y la sangre, bien disfrazada de sangre, manó de su pecho.
Es-to-es-car-na-val, o algo así, vino a decir el fusilado.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008
1.330 – La coctelera
Si el tiempo hubiera sido agitado un poco más en la coctelera, algunos personajes habrían quedado esparcidos por épocas diferentes a las que los vieron nacer. Emparejemos, por ejemplo, al famoso rey Salomón con la famosa actriz dramática Sarah Bernhard. ¿Cómo hubiera evolucionado la historia de la ética si en el momento que el rey elevó su espada para cortar el niño en dos mitades, la madre biológica y la actriz se hubieran echado a sus pies, igualmente confundidas, igualmente destrozadas, tal vez la Bernhard con un superior toque de dramatismo en sus movimientos faciales? Pobre rey.
Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008
1.304 – Principio físico
Un terremoto de siete grados en la escala Richter sacudió la costa occidental del continente australiano. Por fortuna, se trata de una zona poco poblada y los desperfectos no fueron de consideración. Tampoco hubo que lamentar bajas humanas. El lugar se declaró zona catastrófica. Instantes después de producido el seísmo, en una elevada peña de la sierra de Líbar, en la provincia de Málaga (España), una mariposa limonera que pasaba la tarde tomando el sol sobre la flor de un majuelo, vio como una agitación proveniente de un lugar desconocido la obligaba a batir las alas.