Lola se tatuó una mariposa en el hombro, un escarabajo al oeste del ombligo, una garza con el cuello estirado a lo largo de su pantorrilla, un sapo somnoliento en el empeine izquierdo y uno saltarín en el derecho, una foca monje en las estribaciones del agujero vaginal, un saltamontes sobre el pecho derecho y un caracol en el trasero. Todo iba bien en su vida. Su marido se marchaba a su trabajo nocturno y ella dormía desnuda. Los animales salían de su cuerpo y danzaban y cantaban canciones de corro en la alfombra del dormitorio. Al alba, cuando escuchaban las llaves del hombre, volvían a sus puestos y esperaban ser agitados por la furia sexual con la que llegaba del trabajo. Todo este hermoso mundo familiar se desmoronó el día que Lola decidió tatuarse en el omóplato una fastuosa cabeza de tigre con dos grandes colmillos con el fin de advertir a los que se acercaran demasiado. Cuando el pasado amanecer regresó el marido gritó con espanto al ver el cuerpo de Lola inerte sobre las sábanas. Los animales se habían dado a la fuga capitaneados por el enorme tigre, que había dejado una marca de sus fauces sobre la yugular de la que aún, y son ya las ocho y media de la mañana, no ha dejado de manar sangre.
Categoría: Federico Fuertes Guzmán
Mi manta no funciona
Su mecanismo parece simple pero estos objetos que no presentan dificultades de funcionamiento son los más complicados de reparar. La misión principal de una manta es abrigar al género humano, sea invierno o verano. Pues la mía ha dejado de abrigar. Como siempre, después de rezar nuestras oraciones, entramos en la cama y nos disponernos a dormir. Pero a los pocos minutos sentimos frío, el mismo frío que sentiríamos de no tener sobre nosotros una gruesa manta de lana. Hacemos la prueba con otras mantas para ver si el problema es nuestro. Pero las demás funcionan con solvencia: a los pocos minutos el calor rodea nuestros cuerpos y empezarnos a descender por la pendiente del sueño.
Mañana por la mañana tendremos que empezar la dificultosa ronda de llamadas en busca de alguien que sea capaz de reparar una manta que no hace bien su trabajo.
Federico Fuertes Guzmán
Séptimo
Abro los ojos y todo está oscuro. Se me ocurre decir la siguiente frase: haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras. Todo a mi alrededor cambia y me animo porque cuando he despertado no sabía quién era y ahora hay bastantes posibilidades de que sea el mismísimo Dios del universo (llenos están el cielo y la tierra de mi gloria).