3.183 – Esta familia mía

marieta-alonso   En mi casa hablan todos a la vez, menos yo. Me miran y se .preguntan qué me sucede. Mi hermana sí que habla, ella sí que es de la familia. Comenzó a parlotear con catorce meses y no ha callado. Ellos dudan de si a mí no me cambiaron en Maternidad.
Somos seis, mi padre rozando los sesenta y mi madre los cincuenta, mi hermana con veinte, mi abuelo paterno con noventa, mi abuela materna, no sé, nadie ha logrado conocer su edad; y yo, a punto de salir de la niñez.
Lo de hablar sin parar debe de ser genético. Cada día se genera una tertulia a la hora del café, es una forma de hablar porque lo que es café no se toma, beben licor y otras infusiones. Mis amigas no logran captar todas las conversaciones.
No se explican cómo mi abuelo oye la radio, ve la televisión y lee el periódico sin que ello le impida mandarme quitar el dedo de la nariz.
Mi padre se preocupa por las finanzas, mi madre siempre pendiente del baño limpio, las camas hechas y el menú del día, mi abuelo no quiere llevar bastón, dice que ese artilugio es para viejos, mi abuela va detrás de su dentadura postiza, está convencida que se la escondo yo. En cambio, a mi hermana le preocupa la muerte, todas las mañanas nos despierta por temor a que hayamos fallecido durante la noche. Cada vez que visitamos un pueblo se va al cementerio. Le encanta pasear por entre las tumbas. Allí encuentra la paz. Mi madre consiguió quitarle, con mucho esfuerzo, la manía de visitar tanatorios. Dice que será médico forense. Por eso ha llamado tanto la atención que hoy su tema versara sobre la vida al decir:
—Estoy embarazada.
Y por vez primera en la historia de mi familia se hizo el silencio.

Marieta Alonso Más
Futuro imperfecto.Clara Obligado Ed. lit.- 2012

1.319 – Sirenas

 Estoy desquiciada. Con lo que me ha costado conseguir a mi hombre. Él de nacimiento y como hobby es… el perfecto mujeriego. Como todas tenemos lo mismo, aunque a unas les luce más que a otras, utilicé la inteligencia… y me llevé el gato al agua.
Le encanta el mar. Tiene una zodiac y vamos de Santa Pola hasta la isla de Tabarca. Nos dicen que con el motor de la zodiac es una locura, pero él es así. Un temerario. Me subo al bote con el corazón en la garganta porque soy de secano, ni sé nadar, ni llevar una barca…, el pescado me da alergia.
Durante meses ninguna nube oteó en nuestro horizonte. La soledad de la barca nos unía lo que nunca pude imaginar. Pescaba, se daba un chapuzón y volvía a mí, que permanecía leyendo en aquella chalupa.
Una tarde nos quedamos los dos ensimismados con una puesta de sol maravillosa, las manos unidas, mi cabeza sobre su hombro y de fondo… un canto melodioso. Nos recreamos en el sonido hasta que sentimos un peso en el lateral. Miramos a la vez y nos encontramos con una sonrisa preciosa y un busto de mujer meciéndose entre las olas. Su cola de pez se bamboleaba a un ritmo hipnótico. La melodía seguía acariciando nuestros oídos. Cerré los ojos y los volví a abrir dos veces porque no me creía lo que estaba viendo.
Lo que es la aparición pasaba de mí. Solo tenía ojos para él y él no apartaba de ella su mirada. Sus ojos le decían a ella lo que nunca me había dicho a mí.
Aquel ser mágico con su mirada y su sonrisa le prometía un mundo maravilloso. La atracción se hacía patente. Mi hombre se levantó haciendo que la barca se moviera con gran peligro y sin previo aviso se hundió en el Mediterráneo.
Sigo sin reaccionar. La sirena desapareció con él… y yo estoy mar adentro.

Marieta Alonso Más
Futuro imperfecto. Ed. de Clara Obligado. Colección Nuevos narradores/6
Foto: Ángeles Alonso