3.558 – P

  Pingüina y Pingüino parten la Patagonia en partes proporcionales: para prevenir la piratería profana, proponen. Pocos paladean la píldora: puras patrañas, protestan; puras pavadas.
Pero personas piadosas piensan que el país progresó con pingüinos en el poder y perdonan los pecados de la propiedad privada. Los peligros se pasan porque priman las pasiones primordiales por sobre las patrimoniales. Se puede participar paradojalmente pasando por pelotudos pero practicando propuestas periféricas, pacíficas y prácticas. Permitiendo proposiciones populares, planteando problemas para paliarlos en profundidad.
La patria pide pista para planear por las plenitudes planetarias.
Moraleja
Suele ser más conveniente interceder en política desde el llano que volverse político.

Luisa Valenzuela
Más por menos. Sial Ediciones.2011

3.511 – Ll

   Lluisa Llorent, la llama de Port Lligat, no halla la llave. Llena de lluvia, una llaga, llama llorando a su llamo que no llega.
Lluwellyn Llorent, su llamo, no le lleva la llave. En la llanura del Llobregat, las llantas llenas, una llamarada su llavero, leyendo a Vargas Llosa, a Llinás y El llano en llamas, Lluwellyn llora sólo por llorar. Todo le llueve.
Moraleja
Nunca dependas de los intelectuales, por más parientes cercanos que sean.

Luisa Valenzuela
Más por menos. Sial Ediciones.2011

3.489 – Hay amores que matan*

    Ante lo sublime del paisaje él sintió la necesidad de expresar sin palabras lo que resonaba en su corazón desde que la conoció. Estaban en lo más alto del monte, a sus pies se encadenaban los lagos y frente a ellos, tras los lagos, la cordillera se erguía majestuosa y nevada.
Él buscó por el suelo rocoso alguna mínima flor, no digamos ya un edelweiss, y sólo encontró una varita de plástico verde flúo, de esas que se usan para revolver el trago. Se la brindó a ella como una ofrenda: es mágica, le dijo.
Y ella, que compartía sus sentimientos, la aceptó como tal y para demostrárselo elevó la varita mágica en el aire y con gracioso gesto señaló el pico más alto que asomaba inmaculado a través de las azules transparencias pintadas por la lejanía.
—Quiero una mancha roja allá, conminó.
Y ambos rieron.
Quien no pudo reír en absoluto fue el alpinista solitario que perdió pie en ese preciso instante y se desplomó sobre las afiladas aristas del barranco, poniendo una mancha roja precisamente allá, en el pico más alto.
Allá donde ni los dos enamorados ni nadie lograrían jamás verla.

*Para Claude Bowald

Luisa Valenzuela
Más por menos. Sial Ediciones.2011

3.466 – El bebé del éter

    Presenteme en Belén, se teme el penetre que el mequetrefe emprende desde el este:
-¡Defenderé el bebé! -espeté enfervorecida.
De repente en este frente emerge el célebre Xerxes, ese pelele repelente, que me desteje:
-Resérvese, enhebre el eje. Serénese. Entrégueme el bebé, enteréme del event en el pesebre. Celebre.
-Deje de pretender -expresé-. Veré. Enséñeme el pene, ese que pende del pendex.*
Xerxes teme que pese, teme que enrede, emprende:
-Sé decente, tente de frente, ten fe. Ten sed. Neguéme: pretende que esté pepe, ¡qué nene!
-Espere -reflejele-, entérese que el ser endeble en ceguese el deber.
-¡El deber en el retrete! ¡Entrégueme el bebé! Espere que se entere Meneses…
-Meneses repéleme. Péguele, envenénele, deféquele, cercénele. El que se mete en el frente del bebé debe ser esplendente.

* Exigencia para detectar al invasor, dado que ningún cristiano de entonces estaba circuncidado.

Luisa Valenzuela

2.952 – Temperatura ambiente

luisa-valenzuela22  En verano, en esta ciudad, hay noches de un calor tan tórrido que ni respirar se puede y los mariposones caen achicharrados antes de haberse arrimado a luz alguna. Esas noches los pobres vampiros pasan sed. Nosotros podemos servirnos un escocés en las rocas, pero los pobres vampiros salen desesperados en busca de hombres valientes y los poquísimos que quedan, al verlos se aterran ante ellos. Tantas cosas se han ido perdiendo con la prosperidad y el tiempo. Ya no hay en esta ciudad quien logre frente a cualquier circunstancia conservar la sangre fría.

Luisa Valenzuela
Ciempiés. Los microrelatos de quimera. Ed. Montesinos

2.939 – Cada cosa en su lugar

luisa-valenzuela22  Hay dramas más aterradores que otros. El de Juan, por ejemplo, que por culpa de su pésima memoria cada tanto optaba por guardar silencio y después se veía en la obligación de hablar y hablar y hablar hasta agotarse porque al silencio no podía recordar dónde lo había metido.

Luisa Valenzuela
Ciempiés. Los microrelatos de quimera. Ed. Montesinos

2.748 – L’école du regard

luisa-valenzuela22  El ojo de la cerradura controla mis entradas y salidas. El ojo electrónico registra mis más mínimos gestos. El ojo de buey vigila mis navegaciones. El ojo de la aguja, al hilvanarlos, espía mis pensamientos. El ojo del amo me engorda. El ojo de bife escudriña mis vísceras. El ojo clínico calibra mis falencias. El ojo de la papa me abraza en sus tentáculos. El ojo del huracán me acecha. A ojímetro son medidos mis pasos y determinada la distancia que me queda por recorrer.
Furioso y fijo en mí, el ojo de Dios ni parpadea.

Luisa Valenzuela
Juego de villanos. Thule Ediciones S.L. 2008

2.365 – Consecuente*

luisa-valenzuela2  Los nietitos vienen muy avispados hoy en día. Antes preguntaban cariñosamente, como un juego,
-Abuelita ¿qué hora son?
Ahora nos meten en camisa de once varas. Al menos el mío, que ya de pequeño complejizó el problema al preguntarme:
-¿Abu, qué es el tiempo?
-Mañana te contesto, le prometí. Mañana.
Y por los años de los años me mantuve firme en mi promesa.

Luisa Valenzuela
Juego de villanos. Thule Ediciones S.L. 2008

*Para Gaspar