El primer microrrelato que escribí se titulaba «Borrás». Trataba sobre una muchacha a la que un mago se empeñaba en meter en una caja. El segundo, se titulaba «Léolo». Trataba sobre un niño encerrado en una habitación, sin más pasatiempo que un único libro, que trataba sobre un niño encerrado en una habitación, sin más pasatiempo que un único libro.
Desde entonces han sucedido, puedo asegurarlo, varias extinciones parciales o totales. De lo que ya no estoy tan seguro es de si ella sigue sin caber en las cajas de mago, ni de si yo he salido de esta habitación donde existe un solo libro.