1.463 – Silencio de sirenas

marco_denevi Cuando las Sirenas vieron pasar el barco de Ulises y advirtieron que aquellos hombres se habían tapado las orejas para no oírlas cantar (¡a ellas, las mujeres más hermosas y seductoras!) sonrieron desdeñosamente y se dijeron: ¿Qué clase de hombres son éstos que se resisten voluntariamente a las Sirenas? Permanecieron, pues, calladas, y los dejaron ir en medio de un silencio que era el peor de los insultos.

Marco Denevi

1.456 – El teléfono es un gato que sueña con tener hijos

 Huilo Ruales Hualca 1) ¿Sí, aló? 2) Hola Rafo, ¿por qué no llamas nunca? No has venido desde hace un mes, ni siquiera sabes cómo estamos. 3) ¿Cómo están? 4) No te burles, Rafo, ¿hasta cuándo piensas hacernos sufrir? 5) Hasta noviembre. 6) ¿Cómo, hasta noviembre? 7) En noviembre me mato. 8) (sollozos, pañuelo menudo en narices) Malo, eres muy malo. 8) Bueno, voy a colgar. 9) Perverso, matarse en noviembre sabiendo muy bien que la Nena se casa el 5 de diciembre. Nos vas a hundir, ya lo estoy viendo (sollozos, hipos, mismo pañuelo). 10) Chau, mamá, están golpeando a la puerta con un hacha.

Huilo Ruales Hualca
Por favor sea breve 2
Ed. Páginas de espuma 2009

1.449 – Modos de transporte

Transport Es imprescindible que Y decida coger el automóvil para que su pelo se refleje en la ventanilla de Z, que viaja en autobús, ese día ha tomado el transporte público para desplazarse al trabajo. Un día después ocurrirá otro tanto. Porque mientras Z está encabronado en el atasco, Y pasa debajo de él, a gran velocidad, apretada entre los viajeros anónimos del metro.
En este tipo de conexiones o desconexiones están los dos cuando llega el verano. Z planifica sus vacaciones en avión, por  lo que sobrevuela el barco de Y, que miles de metros más abajo navega hacia una isla.
La isla resulta ser la misma para Y y Z, por lo que no es del todo extraño que casi se estrellen. La lentitud del burro de Z contrasta con la apresurada bicicleta de Y, que esquiva a Z con unos reflejos formidables. Ha bajado la cuesta sin tocar los frenos.
Tiempo más tarde, otra vez con el mismo país por destino, resulta que Z ruge en motocicleta por la costa, y cuando desvía la vista hacia el mar está mirando sin verla a Y, convertida en un punto, que se mece en una barca pesquera.
Así pasan los años hasta que un día, cuando la ausencia de horarios tolera coquetear con la pereza, los dos salen de paseo, a dar una vuelta. Entonces sí: se ven, se hablan, se tocan, se besan, se aman.

F.M.
Cuentos de X, Y, y Z, Lengua de Trapo, Madrid, 1997
Ilustración: http://www.eduteka.org/proyectos.php/1/1465

1.435 – Longino

Fernando Iwasaki (peq) En la cómoda de mi abuela había un crucifijo aterrador. «¿Lo ves? -me decía con voz temblorosa- Cuando mientes le aprietas la corona y le clavas más las espinas». Yo sufría viéndole las manos taladradas, los hombros infectados por los chicotazos y los clavos sobresaliéndole de los pies; pero la sangre que chorreaba de su cabeza era por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, como me hacía rezar abuela mientras me castañeaban los dientes.
Una tarde me acerqué al crucifijo con el alicate de la caja de herramientas, y una por una comencé a arrancarle las espinas para acabar con su agonía. Cuando le quité la última dejó de sangrar y sólo cayeron unas gotas de agua.
¡Qué contenta se pondrá abuela cuando se lo encuentre muerto sobre la cómoda!

Fernando Iwasaki
Ajuar funerario.Ed Páginas de espuma. 2009

1.421 – Mary tenía un corderito

alejandra d o2 Supo que lo suyo estaba sentenciado cuando él se fue a dormir al cuarto de invitados.
No le hacían falta las palabras, pero él insistió en justificar su decisión: «Es que tengo que descansar. Vienen días muy duros…»
Mientras trataba de conciliar al sueño con su desasosiego, a modo de ovejas, contó cada una de las noches de los últimos años.
Noches en las que se había acostado a su lado en esa misma cama, ahora medio llena, mientras hacía esfuerzos imposibles por mantenerse en vela, hasta conseguir un insomnio crónico.
Todas esas noches en las que él se apretaba fuerte contra su cuerpo, dejándole caer el brazo sobre la cintura, al tiempo que le musitaba al oído:
— Róncame más, mi amor…
Y ella, afinando el resoplo hasta el amanecer, sin atreverse a dormir, temiendo no roncar lo suficiente…

Alejandra Díaz Ortiz

 

http://alejandradiazortiz.wordpress.com/2012/10/20/mary-tenia-un-corderito/

1.414 – Viva la ósmosis

millas23 Durante mucho tiempo ignoré que los pechos de las mujeres estuvieran rematados por un pezón, y no fue un descubrimiento agradable, la verdad. Ahora, sin embargo, no sería capaz de imaginarlos de otro modo. Se acostumbra uno a todo. Cuando le conté a mi psicoanalista esta fantasía infantil sobre la ausencia de pezón me preguntó que de dónde creía entonces que salía la leche con la que las madres amamantaban a sus hijos.
-El pezón no lo explica todo -respondí yo-. El asunto de la leche es increíble con pezón o sin él. En cierto modo, me parecería más lógico que los niños se alimentaran por ósmosis.
-¿Por ósmosis?
-Si las plantas absorben los minerales del suelo por ósmosis, no veo por qué no podríamos nosotros tomar la leche de ese modo.
-¿Acaso preferiría haber sido usted un vegetal? -preguntó mi psicoanalista.
-No lo sé -respondí yo y cambié de tema.
Le conté que durante un tiempo pensé que los niños nacían de las mujeres y las niñas de los hombres. Siempre tuve una percepción muy simétrica de la realidad, de manera que el que todo el mundo, con independencia de su sexo, naciera de las hembras me parecía desproporcionado. Ahora, sin embargo, no soy capaz de imaginar a un hombre pariendo. Se acostumbra uno a todo, a todo. No hay más que ver los documentales de La 2.
-¿Le gustaría a usted haber parido a una niña? -preguntó.
-No lo sé -respondí, aunque me parecía un deseo incompatible con el de querer ser un vegetal-. Cambiemos de tema.
-¿Cree usted que está cambiando de tema en realidad?
-No lo sé -insistí-. Cambiemos de tema.
Mi psicoanalista se quedó callada y entonces recordé que un compañero de colegio me había contado que las mujeres nacían sin pezón y que les aparecía cuando tenían el primer hijo. En realidad era el bebé el que se lo fabricaba a base de chupar. A veces, chupábamos globos hinchados y veíamos cómo se formaba enseguida un pezón rudimentario, por lo que la explicación me pareció bastante verosímil.
Se lo conté a mi psicoanalista y dijo si me habría gustado a mí ser el mayor de los hermanos para hacerle los pezones a mi madre.
-No lo sé, creo que hubiera preferido la técnica vegetal, la ósmosis -insistí.
-Bueno, es la hora -dijo ella-. Mañana seguimos.
Me levanté y me fui. Las cosas eran como eran, desde luego, pero podían haber sido como las imaginaba yo. De hecho, había más lógica en mis propuestas que en las de la naturaleza. Al menos por lo que se refiere a los mamíferos. Los vegetales eran más sutiles, más limpios. Los vegetales están llenos de talento. Y es que como la ósmosis no hay nada, con perdón.

Juan José Millás
Articuentos completos. Seix barral – 2011

1.407 – Huelga de hambre

alonso ibarrola Decidió llevar a cabo una huelga de hambre. Había muchas cosas con las que no estaba de acuerdo. Vivía en una modesta pensión y era funcionario del Estado. En la oficina donde ejercía su trabajo no se atrevía a proferir protesta alguna. Pero pensó que en su habitación nadie podría impedírselo. La patrona le preguntó si se encontraba en sus cabales. Se sintió incomprendido. Al cabo de una semana totalmente desfallecido, fue recogido por unos camilleros, que lo trasladaron a un centro psiquiátrico. Le administraron suero y le obligaron a comer. Al cabo de tres meses, ya recuperado, volvió a su puesto de trabajo. Le comunicaron que durante su ausencia se había prohibido al personal tomar bocadillo alguno durante la jornada laboral. Como protesta se comió diez bocadillos seguidos. La segunda vez estuvo internado cinco años en el susodicho centro psiquiátrico.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

1.400 – Fumata blanca

juan_NARANJO Solamente quedan dos supervivientes en el oratorio. Ahora, sobre una pasarela colgante, deben enfrentarse en un duelo final. Varios metros más abajo una enorme balsa de aceite hirviendo espera al perdedor. Tras injuriarse en latín, el entrechocar de sus báculos retumba en las concavidades de la bóveda, dando inicio a una coreografía de casullas y estolas que prosigue toda la tarde. Ésta termina cuando, por voluntad divina, la mitra de uno de los contendientes, previamente acomodada a conciencia, se escurre de su cabeza desestabilizándole. Su oponente aprovecha y con un golpe certero le precipita al vacío. De entre los alaridos provocados por el ardor que desfigura su piel, surge una humareda lechosa de olor nauseabundo que asciende hasta la chimenea. Fuera una multitud aplaude.

Juan Naranjo
http://acusmartvald.blogspot.com.es/2011/05/pasen-y-vean-juan-naranjo.html