Una línea aérea regaló billetes de avión a las parejas de todo cliente que viajara semanalmente con ellos por negocios, también el hotel, e incluso un circuito de spa. Fue un éxito. El publicista envió un correo a los acompañantes para que compartieran su experiencia, pero pronto un grupo de ejecutivos recién divorciados le sepultó bajo la Ley de Protección de Datos. Todavía llegan cartas de cónyuges en las que preguntan: ¡¿Qué viaje?!