La sirena pidió a los servicios sociales que la llevaran con urgencia tierra adentro porque iba a surcar los mares el atractivo, astuto, fecundo en ardides, saqueador y felizmente casado Ulises. Algunos días de sol la llevan al parque de paseo y a veces se la puede ver con su hermoso pelo suelto, leyendo a Joyce junto al estanque. Lleva una mantita de cuadros sobre —la que dicen es— su majestuosa cola plateada, y ya nunca nunca canta.