El joven profesor aguarda con paciencia a que el alumno desenrolle el papel que ha traído guardado en el bolsillo de atrás del pantalón. Lo estira, lo vuelve a enrollar. Se pasa nervioso la mano por el pelo. Manda callar con la autoridad de sus quince años.
El joven profesor abre la boca (no la cierra nunca este hombre) al escuchar los primeros versos.
-Qué es la vida, un frenesí, qué es la vida…
Viene en su ayuda la ironía, aprendida en largas tardes de cartas en la facultad.
-Qué poema más antiguo, Juanjo.
-No va a ser antiguo, si es de mi abuelo.
Desde sus minúsculos quince años cinco siglos nos contemplan.
Pilar Galán