2.149 – El vacío

angel guache2  En los acantilados cercanos bramaba el viento. Se oía el rugido de las olas. Se adensaban las nieblas. Nos habían rogado en tono grave: «No os acerquéis a esos acantilados». En las proximidades se habían despeñado unos jóvenes. Asomarse era tomar conciencia del abismo. Sabíamos que allí estaba la atracción del precipicio, la flor que crece en las rocas, el corazón abismándose en las aguas. El margen de una vida. A unos pasos, tan sólo a unos pasos, estaba el vacío, esperándonos.

Ángel Guache

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