2.362 – Intercambio de flujos

antonio serrano cueto  Por más experiencia y pericia que mostrase en el manejo del remo, el gondolero era incapaz de bogar contra la corriente pujante del Sena. A una distancia de apenas cincuenta metros del Pont des Arts, el veneciano tomaba conciencia de que flotaba sobre un animal imprevisible, de lomo ondulado y fuerza descomunal. Entre el asombro y la inquietud, los cuatro pasajeros le exigían explicaciones, dudando de su capacidad resolutiva ante tan incierta situación. Arriba, en el puente, se agolpaban los curiosos con cámaras fotográficas que abrían sus laberintos digitales para captar la insólita navegación. Aturdido, sudoroso y cansado, pensaba ahora en su laguna apacible y sumisa, derramada en canales seguros y surcada por puentes pequeños. Justo en ese instante, en el Gran Canal de Venecia decenas de pasajeros de un batobus parisino lanzaban voces interrogantes, entre el asombro y la inquietud, contra el cielo acristalado de la nave. Capturado en las pantallas digitales, el piloto se preguntaba, aturdido, sudoroso y cansado, si el gálibo del puente de Rialto tendría la altura suficiente.

Antonio Serrano Cueto

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