Dícese que el demonio suele adoptar la forma de un macho cabrío o de un gran perro negro. Dícese también que un fuerte olor a azufre suele preceder a su aparición. Dícese que aún en su forma humana suele gastar larga cola y pezuñas hendidas. Estas y otras especies tranquilizadoras suelen difundir los habitantes de la Tierra, mirándose los pies con gran alivio.