La gente se arremolinaba en el andén del «metro» esperando la llegada del próximo convoy. De repente, una señora que se encontraba junto al borde del andén hizo un movimiento extraño, como si se sintiera mareada. Se balanceó y cayó a las vías, sin que las personas que se encontraban a su vera pudieran impedirlo. Los gritos de horror fueron apagados por la llegada del convoy que no pudo detenerse a tiempo, ante el cuerpo de la infortunada mujer. Un chirriar y un crujir de huesos, unos ayes desgarradores… y nada más. Algunos viajeros chillaban, otros callaban y varias mujeres se desmayaron. Un viajero, molesto y colérico, se acercó al jefe de estación y preguntó: «Y ahora ¿cuánto tiempo nos tendrán aquí?».