-Ave María Purísima.
-Sin pecado concebida. Dime, hija; de qué te acusas.
-Prefiero confesarme por los Mandamientos.
-Muy bien. A ver: el Sexto Mandamiento. ¿Libro?
-Libro tercero; artículo ciento sesenta y tres.
-¿Sección quinta?
-Sí, Padre. Párrafo octavo: apartado segundo.
-Ay, hija; has vuelto a las andadas. ¿Cuántas veces?
-Pues casi todas las tardes, desde hace un mes.
-O sea, algo menos de treinta veces. Bien, has tenido suerte; afortunadamente estás dentro del apartado dieciséis y te aplica la reducción de la cláusula once.
-Tenía entendido que la cláusula once había sido invalidada en una resolución del concilio de Nimes.
-Efectivamente, pero como en el adéndum primero se hace mención expresa al subapartado dos, a la espera de un más claro pronunciamiento del sínodo, queda vigente todo el capítulo seis.
-Me asombra, Padre. Tiene usted una memoria prodigiosa.
-A ver, hija; son ya muchos años de práctica sacramental. Bueno, vamos con el libro cuarto, ¿Artículo?
-El treinta y cuatro, y me parece que el cincuenta y seis también.
-¿El cincuenta y seis? Por Dios, hija mía. ¿No será el párrafo dos?
-No, Padre; eso sí que no…
-El párrafo siete entonces, ¿eh, picaruela?
-Padre; me va a sacar usted los colores…
2 comentarios en «2.920 – Que las almas sepan en cada momento y ocasión a qué atenerse»
Deja un comentario
Disculpa, debes iniciar sesión para escribir un comentario.
Lo que se dice un pecar reglamentario. Muy bueno.
No conocía este blog y me parece una fantástica idea. Sin duda, volveré.
Un saludo