Miguel le prometió que era el hombre que buscaba y que juntos conseguirían todo lo imaginable. Sara aún recuerda aquella frase lapidaria que acabó por convencerla: «Juntos seríamos capaces de llegar a la Luna». Hoy, meses después, lo de ser los nuevos Armstrong y Aldrin es una quimera y sus ansias por conseguir lo inalcanzable son un imposible. Todo lo que se proponen les queda demasiado lejos y no llegan ni a fin de mes. Su vida es un quiero y no puedo pero continúan juntos. Nunca llegarán a la Luna pero ella al acostarse sigue viendo las estrellas.