Hace calor. En el bar un grupo de hombres miran sin mirar los polvorientos rayos de luz que se filtran a través de la persiana.
—Puedo caminar por esos rayos —dice el iluso.
Los hombres se ríen y hacen apuestas. El iluso trepa de un salto a uno de los rayos de luz, intenta dar un paso tambaleante y cae. Los incrédulos cobran sus apuestas.