Qué pasó con usted. Por qué tan silencia. Tan sin ninguna palabra. Como si la iguana le hubiera comido la voz. Como si le hubieran puesto algodones en el esófago. Como si mis manos le estuvieran apretando el cuello. Como si le pusieran sobre la cara una almohada. Como si la fuéramos a enterrar mañana.
Guillermo Samperio