Entonces Dulcinea se vistió de princesa, escapó de sus padres y salió en busca de un príncipe para casarse. «Se ha vuelto loca», dijeron en la comarca.
Un tiempo después regresó en una carroza tirada por burros, casada con un hombre feo, gordo y vulgar.
– Es gobernador de una isla – justificaba orgullosa Dulcinea a quien osara criticar su elección.
Un tiempo después regresó en una carroza tirada por burros, casada con un hombre feo, gordo y vulgar.
– Es gobernador de una isla – justificaba orgullosa Dulcinea a quien osara criticar su elección.
Sandro Centurión
Ya quedan muy pocos gobernadores… y Dulcineas, claro… 😉