Doria

eduardo galeano2 En El Cairo, en 1951, mil quinientas mujeres invadieron el Parlamento.
Durante horas estuvieron allí, y no había manera de sacarlas. Clamaban que el Parlamento era mentira, porque la mitad de la población no podía votar ni ser votada.
Los líderes religiosos, representantes del cielo, en el cielo pusieron el grito: ¡El voto degrada a la mujer y contradice a la naturaleza!
Los líderes nacionalistas, representantes de la patria, denunciaron por traición a la patria a las militantes del sufragio femenino.
El derecho al voto costó, pero a la larga salió. Fue una de las conquistas de la Unión de Hijas del Nilo.
Entonces el gobierno prohibió que se convirtieran en partido político, y condenó a prisión domiciliaria a Doria Shafik, que era el símbolo vivo del movimiento.
Eso nada tenía de raro. Casi todas las mujeres egipcias estaban condenadas a prisión domiciliaria. No podían moverse sin permiso del padre o del marido, y muchas eran las que sólo salían de casa en tres ocasiones: para ir a La Meca, para ir a su boda y para ir a su entierro.

Eduardo Galeano

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