Aquellos dos no se miraron por primera vez en la barra del bar del barrio. Fue en la mercería, cuando ella pidió hilo color fucsia y a él le llamó la atención el color de su pelo.
La segunda vez coincidieron en la panadería: una baguette y una chapata, para cada uno. Eso le gustó a ella. Para la tercera, el carnicero fue el culpable: entre cuarto y mitad de morcillo y dos chuletones les nació el amor. Diez años después se habían vuelto vegetarianos. Según dicen las malas lenguas, el frutero tenía algo que ver…
Un comentario en «La compra»
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Alejandra se va a poner contentísima, lo enlazará en Facebook, lo pondrá en el blog… El relato es muy bueno.
AG