Escritura secreta

angel olgoso 2 Esperábamos un ataque y, pese a su inminencia, no lograba descifrar aquel mensaje interceptado al enemigo. Leí anagramáticamente, invirtiendo frases, palabras y letras, probé todas las combinaciones posibles, consulté todos los manuales vigentes, me remonté a la Cryptographia de Selenius y a la Steganographia de Joachim Trithemius. El tiempo se acababa. Mi corazón se negaba a latir más deprisa y el mensaje se resistía a mi pericia. Finalmente, entre las páginas de otro texto medieval de escritura secreta, De Augrnentis Scientarum, hallé la clave. Corrí a cotejarla con las líneas del mensaje y atrapé por fin el enigma. Decía así: «El amor de mi esposa se ha mellado con el tiempo. Las vidas acaban desacomodándose, un día no se presta atención a ese luminoso pasador azul en su cabello, se menosprecian unos arreglos, unos detalles rústicos que harían la casa más confortable, se consienten los silencios, las mentiras, la costumbre, y de pronto una sombra azarosa cae sobre ambos como flor de adormidera, provocando el sueño, el envenenamiento, la muerte. Ya no es posible la reconciliación. Es tarde para aquellas complicidades, para la tibieza de su cuerpo, para los juegos de luz y sombra en el vello de sus brazos, para los buenos días musitados al oído».
Ángel Olgoso

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