El hombre tímido y discreto, que todas las mañanas barre afanosamente los corredores y pasillos de la cárcel, es un famoso banquero, acusado de haber estafado millones y millones. Sus memorias las está publicando un semanario de gran tirada, y sostiene —por supuesto— que es inocente y víctima de un complot. Le han dado mucho dinero por la exclusiva y con su importe ha ordenado comprar una fábrica de escobas. Todas las que se utilizan en la cárcel son de su fábrica. Y él barre, dando ejemplo, con furia incontenible. Sale a escoba por día.