1.276 – El premio

 Tenía prisa por coger el tren que le llevaría nuevamente a su pueblo. Había pasado la jornada cumplimentando todos los encargos, gestiones y compras que le habían encomendado sus paisanos y vecinos. La gran ciudad le destrozaba, le asfixiaba. Tenía prisa por dejarla. Verificó un último encargo: en una lista oficial de la Lotería Nacional comprobó que, efectivamente, a un décimo que le habían dado le había correspondido un pequeño premio. La Administración desgraciadamente estaba cerrada. Nervioso pensando que iba a perder el tren, abordó a un señor, contándole lisa y llanamente lo que le sucedía. El señor le partió la cara, llamó a un guardia que lo llevó a la Comisaría más próxima, le tomaron la declaración, lo encerraron y al día siguiente, comprobada la validez del décimo, lo dejaron en libertad. Cobró el premio y en el primer tren que pudo tomar se volvió al pueblo, donde jamás contó a nadie lo sucedido.

Alonso Ibarrola
Alonso Ibarrola. No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

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