Es imposible que finjas que nada de esto pasó. No mientas al decir que mis sueños no estuvieron en los tuyos. ¿No ves que aún no se ha calmado el temblor de las manos desmenuzando los besos? Aquí tengo las huellas de tus dedos marcadas en la piel.
No, no te creo que hayas olvidado mi lengua enredada en la tuya. Tu boca no puede haber disuelto mi sabor. Ni tus recuerdos el aroma que emanaron nuestros cuerpos.
Imposible olvidar tu espalda desnuda apoyada en la pared cubriendo aquella foto que tanto me gustaba, mientras musitabas: «Mmm… para… para… d… el Toro lo está viendo todo…».