Jesús te mira. Vayas donde vayas, sus ojos te siguen.
La tecnología moderna ayuda al hijo de Dios a cumplir sus funciones de vigilancia universal. Tres capas de plástico polarizado, que bloquean sucesivamente el paso de la luz, le facilitan la tarea.
Allá por 1961 o 1962, una de estas imágenes de ojos corredizos llamó la atención de un periodista. Julio Tacovilla iba caminando por una calle cualquiera de Buenos Aires, cuando se sintió observado. Desde una vidriera, Jesús le había clavado los ojos. Retrocedió y la mirada de Jesús retrocedió con él. Se detuvo y la mirada se detuvo. Avanzó y la mirada avanzó.
Esta señal divina le cambió la vida y lo sacó de pobre. Poco después, Tacovilla voló a Port-au-Prince, y por medio de la embajada de su país en Haití consiguió una audiencia con el presidente vitalicio Papa Doc Duvalier.
Llevaba un gran cuadro bajo el brazo: -Tengo algo que mostrarle, Excelencia -dijo. Era un retrato del dictador. Los ojos se movían.
-Papa Doc te mira -explicó Tacovilla. Papa Doc asintió con la cabeza.
-No está mal -dijo, yendo y viniendo ante su propia
imagen-. ¿ Cuántos puede hacer?
-¿Cuánto puede pagar?
-Le pago lo que sea.
Y así Haití se llenó de miradas vigilantes y el inquieto periodista se llenó de dinero.
Un comentario en «1.464 – Elogio de la iniciativa privada»
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Ya te lo había leído anteriormente en otro sitio y con gusto doble lo vuelvo a releer.