No había otra elección. El pueblo quedaría próximamente sumergido por las aguas del nuevo pantano y tenían que irse… Les habían construido otro pueblo nuevo a veinte kilómetros de distancia. Un anciano del lugar se mostró disconforme y reacio. No atendió a razones y ni corto ni perezoso se subió con provisiones a la torre del campanario. Moriría ahogado. El alguacil por poco murió descalabrado cuando intentó subir para detenerlo. Pensaron que lo mejor sería dejarlo. Al verse solo bajaría por propia iniciativa. No bajó. Y quienes volvieron a por él arrostraron grandes peligros, pues arrojaba grandes pedruscos sobre sus cabezas. Le dejaron por imposible… No se hizo el pantano por falta de presupuesto y cambio de planes. Volvieron todos sus habitantes de nuevo con sus enseres y bártulos a ocupar sus viviendas al cabo de tres meses de ausencia. Encontraron el cadáver del anciano en un pozo. Calcularon que llevaba dos meses allí abajo. Todo hacía suponer que quiso beber agua y se cayó al intentar llenar el cubo. Quien más, quien menos, pensó que había muerto como quería.
Un comentario en «1.633 – El pantano»
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Para los lectores rioplatenses les dejo esta acepción de «pantano», sin la cual el cuento nos resulta extraño.
pantano.
(Del it. pantano; quizá voz prerromana en el nombre Pant?nus, cierto lago de Italia antigua).
2. m. Gran depósito artificial de agua.
http://lema.rae.es/drae/?val=pantano