Ocurre siempre igual. Cargo el arma. La alzo. La contemplo un momento de frente, como si tuviera algo que decirme. La dirijo a mi sien izquierda (soy zurdo, ¿por?). Respiro hondo. Aprieto los párpados. Arrugo el gesto. Acaricio el gatillo. Me noto húmedo el dedo índice. Descargo la fuerza poco a poco, muy cautelosamente, como si dentro de mí hubiese un escape de gas. Junto los dientes. Casi. El dedo se me dobla. Ya. Y entonces, lo de siempre: un ataque de risa. Una risa instantánea, brutal y sin razones que estremece mis músculos, me hace soltar el arma, me derriba del asiento, me impide disparar.
No sé de qué demonios se reirá mi boca. Es algo inexplicable. Por muy apesadumbrado que me encuentre, por muy lamentable que parezca el día, por convencido que esté de que el mundo sería más agradable sin mi molesta presencia, hay algo en la situación, en el tacto metálico del mango, en la solemnidad del silencio, en mi sudor cayendo en forma de grageas, yo qué sé, hay alguna cosa indefinida que, a mi pesar, me resulta espantosamente cómica. Un milímetro antes de que el gatillo ceda, de que la bala viaje a la semilla del descanso, mis carcajadas invaden la habitación, rebotan contra los cristales, corretean entre los muebles, desordenan toda la casa. Me temo que también las escuchan mis vecinos, que para colmo deducen que soy un hombre feliz.
Dedícate al humor, me sugirió un amigo cuando le conté mi tragedia. Pero a mí las bromas, excepto al suicidarme, no me hacen ninguna gracia.
Este problema mío, el de la risa, va a acabar con mi paciencia. Me avergüenza la euforia ridícula que me recorre el estómago mientras el arma cae al suelo. Cada vez que este contratiempo se repite, y aunque siempre he sido un hombre de palabra, me concedo una pequeña prórroga. Una semana. Dos. Un mes, exagerando mucho. Y mientras tanto, claro, procuro divertirme.
Andres Neuman
Hacerse el muerto. Páginas de espuma. 2011
Muy bueno, original y divertido. Me ha gustado mucho.
Felicidades, Andrés, por tu risa floja. ¡Cómo se ve que hablas de oídas o de pensadas o de imaginadas! Cuando te llegue el día del último viaje, ni tendrás tiempo de escribir aunque seas zurdo. Con la escopeta en una mano y con el bolígrafo en otra, ¿quién es el listo que escribe un cuento mientras se suicida? Tierna criatura, sigue siéndolo.
Ah, perdón, se me olvidaba. Un tío que se fotografía así de risueño delante de una estantería llena de libros, malo, malo, malo, malo. ¿Tanto libro para qué? Andresito, hazme caso, sal a la calle y respira hondo, llena tus pulmones de ácaros o de contaminaciones, mánchate las manos de excrementos de palomas o de caparazones de gambas, visita al psiquiatra y pregúntale por qué se suicida la gente. Me temo que ninguno de los que probaron ese néctar tan desagradable y tan demoníacamente repulsivo, ha vuelto para contarlo. Y tú te burlas de uno que sí, que no, que se ríe o que no, que se suicida o que no. Mira en los libros a ver si te lo explican. Nadie ha vuelto del más allá para contarlo. ¿Nadie? ¿Acaso tú has tenido esa fortísima vivencia? Entonces, guárdate tus elucubraciones y haz bromas de la prima de riesgo o de la madre que parió a los corruptos defraudadores de este y de todos los países. ¿Ha vuelto alguien del más allá para explicártelo? O tal vez haya sido tu fuente de información ese argentino que fuma 50 cigarrillos al día y que presume de investigar las corruptelas de su presidenta, la eminentísima y ordinarísima Kirchner, porque un día perdió el miedo cuando eligió el wodka antes que el revólver para irse de viaje a visitar al faraón Keops. Hablar por hablar, escribir por escribir, juntar palabras por juntarlas, exquisiteces estomagantes a diestro y siniestro, en fin, qué bonito queda eso de ser escritor y joven aunque salgan de sus neuronas chorradas de parvulario. ¿Por qué no escribes otro relato estéticamente impecable de un niño de Somalia, que se muere o que no se muere de hambre porque le da la risa tonta al ver a su madre agonizando y con las negras tetas flácidas, caídas, tapando su estómago y parte de su vientre, unas ubres de hembra eterna, en cuyos pezones brilla un minúsculo puntito de leche ? Ahí tienes un buen reto para ponerte a divagar. Sobran los estetas, los niñatos que no han dado palo al agua en su vida, los que se imaginan naderías y lo envuelven con ¿ironía? de murciélago. La pena es que esto no le llegue al juntaletras de turno, pero copiaré el mensaje si tiene a bien mantener un blog abierto. O probablemente no. Tal vez lo tenga abandonado porque esté suicidándose los jueves, lunes y sábados. ¡Qué pena! ¡Y encima reciben premios y prestigio, otros los copian y enseñan ufanos sus estupideces! ¡Ojo con los suicidas, el próximo puedes ser tú, querida Violeta Parra, querida Marilyn, querido Sócrates, querido Séneca, querido Kurt Cobain, querido Sed Vicious, maldito Goebbels, maldito Hitler, querido Larra, querido Hemingway o querido Isidoro! ¿Quién es Isidoro? Si me lo pregunta Neumann se lo diré. Hasta la próxima ración de fuego a discreción. ¡Cuerpo a tierra!
He entrado en la web del homínido Andrés Newman y no tiene espacio para comentarios. Eso sí, críticas, reseñas y entrevistas, a porrillo, es decir, muchas, muchas,muchas. Y todas positivas, estomagantemente positivas, halagadoras, risueñas, escritas por compromisos editoriales, todas más falsas que Judas, almibaradas, de esas que simplemente repelen por su artificiosidad y su empalagosidad. En este país y en los demás no hace autocrítica ni dios. Cosas del ser humano. En fin. Que usted siga suicidándose y riéndose bien. Criatura…
He seleccionado este cuento, como tantos otros, porque me parece ingenioso, de un fino humor y en absoluto ofensivo con nadie, cosa que no estoy muy seguro de opinar de tus comentarios.
Si tienes necesidad de ponerte en contacto con Andres Neuman, para manifestarle tus opiniones sobre sus escritos, seguro que podrás hacerlo a través de su editorial, en este caso ‘Páginas de espuma’, que espero no tendrá inconveniente en hacerle llegar cualquier comunicado.
En cualquier caso, desde el respeto a la opinión de cada uno, este no es lugar para comentarios cercanos al insulto, por lo que te agradeceré que te abstengas de seguir haciéndolos.
Si a ti te parece ingenioso, de un fino humor y en absoluto ofensivo con nadie el cuento excretado por Newman, o como se diga, y mis comentarios «cercanos al insulto», aunque «no estoy seguro», aunque «seguro que podrás hacer…», aunque «espero que no tendrá…» (pero no lo sabes seguro), aunque «desde el respeto»… Mira, Carlos, mi objetivo está cumplido, sigue publicando cosas de otros, respétalos y sigue ganando seguidores, sigue empujando la noria y ahórranos tus comentarios personales (esos son los que me interesan, ¿por qué no desarrollas un poco lo de «en absoluto ofensivo»?, ¿te parece ofensivo el relato que yo proponía arriba de la madre somalí?. Eso es lo que yo quiero, sacudir conciencias y despertar de letargos «educados» a la grey, el resto me importa un pimiento. El que se sienta ofendido que replique. Tendrá más leña aún. En fin, querido Carlos, que no defiendas a nadie, que se defienda él. ¿O es que quieres mantener impoluta tu madriguera? Pues también entran vampiros y excretan, y zorros y animalejos de todo pelaje que lo ponen todo perdido de orines. ¡Viva Mr. Propper! Y no me agradezcas nada, hombre, yo lo hago porque me gusta que suene el despertador. ¡Hasta nunca, querido amigo!
Estimado sr. Andrés Neuman, por lo que he leído en esta página sus cuentos son como anécdotas, chistes, pseudo filosóficos. No basta con decir son kantiano, se tendría que notar en cada frase, en cada respiro, en cada trama. Qué lastima que no tengan masculinidad, ni se vislumbre un alma robusta detrás de estos juegos. Los hombres no juegan. Si no le recomiendo prestar atención a gente como Maupassant, o Hemingway , etc. No es para menospreciarlo pero creo que Ud. dá para mucho más. Ud. se parece de lejos, muy lejos obviamente a Saki y mucho más cercano a Lydia Davis. Si continua a deshornear tantos cuentos con esta pasta, alguno le va a salir genial pero antes nos va a empachar de insulzeses. Se lo digo por el bien al arte, lo necesita tanto en estos tiempos líquidos. Buena suerte y me gustaría que tenga el coraje de publicar este comentario. Rafael